jueves, 28 de enero de 2010

Tentación


Un día, hasta mí llegó el demonio y con voz melosa me dijo:
 —Hermano, tú que has renegado de Dios, ¡venga un abrazo!, y di sin temor qué quieres para tu vida.
Creyendo que el Maligno buscaba la forma de ganarse mi alma, guardé silencio. Pero él, que todo lo sabe, leyó mi pensamiento:
—¿Acaso ves en mis palabras ocultas intenciones? ¿Te preocupa tu alma? Puedes estar tranquilo, es tuya, sólo a ti te pertenece. ¡Ay, mi amigo! ¡El humano y sus temores!
Conociendo sus eternas asechanzas, me escuché decir:
—¿Qué deseas de mí, Satán?
El maligno esbozó una mueca.
—Yo, querido hermano, tu razón vengo a adorar. Por eso mi insistencia: ¿Qué quieres para tu vida?
—Para mi vida, sólo quiero mi vida —respondí.
Desde entonces, luego de librarme de Dios y el Paraíso, hoy estoy a salvo de Satán y su Infierno.

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